Cómo proteger a los más jóvenes de la sociedad de los ciberriesgos

En la era digital, los más jóvenes son nativos tecnológicos. Crecen rodeados de pantallas, aplicaciones y redes sociales, lo que les ofrece infinitas oportunidades de aprendizaje y entretenimiento. Sin embargo, este acceso constante también los expone a riesgos cibernéticos que pueden ser devastadores si no se gestionan adecuadamente. Desde el phishing hasta el ciberacoso, pasando por el acceso a contenido inapropiado, proteger a los menores en el entorno digital se ha convertido en una prioridad para las familias.

La ciberseguridad no es solo cuestión de tecnología; también implica educación, supervisión y establecer límites claros. En este artículo, me gustaría exponer los principales riesgos a los que se enfrentan los más jóvenes en línea y cómo las familias pueden protegerlos de manera efectiva. Recordemos, además, que los jóvenes serán los empleados y trabajadores del futuro y traerán consigo no solo riesgos inherentes nuevos de ciberseguridad, sino todo lo que les hayamos enseñado para protegerse de ellos.

Antes de hablar de soluciones, es crucial entender los riesgos. Los menores, aunque más hábiles con la tecnología, a menudo no tienen la experiencia para detectar amenazas o peligros en línea. Algunos de los riesgos más comunes son:

  • Ciberacoso: Los niños y adolescentes pueden ser tanto víctimas como perpetradores de ciberacoso, que incluye insultos, amenazas o burlas a través de redes sociales, chats y juegos en línea.
  • Acceso a contenido inapropiado: Internet es un lugar vasto y, sin filtros adecuados, los menores pueden encontrar contenido violento, sexual o explícito que no es apropiado para su edad.
  • Grooming, estafas y phishing: Incluso los niños pueden ser blanco de intentos de phishing, como correos electrónicos falsos que les piden datos personales o acceso a cuentas familiares.
  • Adicción a la tecnología: La falta de control puede llevar a una dependencia insana de los dispositivos electrónicos, afectando el bienestar físico y mental.
  • Sobreexposición en redes sociales: Compartir demasiada información personal, como fotos o ubicación, puede poner a los menores en riesgo de robo de identidad o acoso.

Los riesgos son reales, pero las familias tenemos herramientas y estrategias a nuestra disposición para minimizar estos peligros. Proteger a los menores no se trata de restringir completamente su acceso a Internet, sino de enseñarles a navegar de manera segura y responsable.

Lo primero elemental es fomentar la educación digital ya en casa. Los padres debemos enseñar a los menores, desde una edad temprana, los principios básicos de seguridad en línea. Esto incluye:

  • No compartir información personal: Explicar a los niños que nunca deben compartir datos como su nombre completo, dirección, teléfono o escuela con desconocidos o con cualquier servicio en Internet. El día de mañana, cuando estos jóvenes traten la información de nuestra empresa de una manera diligente, agradeceremos haber hecho este esfuerzo.
  • Reconocer amenazas: Enseñarles a detectar correos electrónicos sospechosos, perfiles falsos y enlaces engañosos. Enseñarles a hacer una breve búsqueda en Google que les confirme sus sospechas es una herramienta realmente eficaz. 
  • Mantener contraseñas seguras: Inculcar la importancia de no compartir contraseñas ni utilizar contraseñas fáciles de adivinar.

El uso de la tecnología debe tener límites y estos límites deben ser explicados y enseñados. Los horarios específicos para usar dispositivos, el tiempo máximo frente a pantallas y las reglas claras sobre qué contenido está permitido son fundamentales para evitar el abuso y la sobreexposición.

  • Horas sin tecnología: Establecer momentos del día sin dispositivos, como las comidas o antes de dormir, puede ayudar a desconectar y reducir la adicción.
  • Bloqueo de contenido: Configurar filtros para restringir el acceso a sitios y aplicaciones inapropiadas.
  • Control de aplicaciones y sitios web: Supervisar qué aplicaciones y páginas visitan los menores garantiza que no estén accediendo a contenido inapropiado. Esto hará que los jóvenes, el día que se incorporen a la fuerza laboral, vean normal las restricciones impuestas por las compañías.  
  • Seguimiento de actividad: Algunas herramientas permiten a los padres monitorear el tiempo que los menores pasan en línea y las páginas que visitan.

No menos importante resulta fomentar la comunicación abierta y transparente. Los menores deben sentir que pueden hablar abiertamente con sus padres si encuentran algo perturbador o sospechoso en línea. Crear un ambiente de confianza es fundamental para abordar problemas como el ciberacoso o las estafas.

  • Fomentar el diálogo: Preguntar regularmente sobre lo que hacen en línea y demostrar un interés genuino.
  • No castigar sin contexto: Si el niño comete un error, como descargar algo sospechoso, hay que usarlo como una oportunidad de aprendizaje en lugar de imponer un castigo severo.
  • Involucrar a toda la familia: Para que la seguridad digital sea una conversación continua en lugar de un tema tabú.

Para que todo esto salga bien, debemos recordar algo básico: los niños y jóvenes aprenden con el ejemplo. Si los adultos en el hogar practican estos buenos hábitos digitales, es más probable que los menores los imiten. 

Es bueno recordar que la ciberseguridad no se trata de eliminar riesgos por completo, sino de enseñar a los más jóvenes a manejarlos de manera efectiva. En última instancia, la tecnología es una herramienta increíble, pero también requiere responsabilidad. Ayudar a los niños a navegar por el mundo digital de manera segura no solo les protege hoy, sino que también les prepara para ser ciudadanos y empleados digitales responsables en el futuro. Porque, al final, protegerlos ahora es una inversión en su bienestar y seguridad a largo plazo.