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Ponemos fin al verano más extraño que nos ha tocado vivir. Dos meses muy atípicos en los que cada uno, como ha podido, ha intentado desconectar, pero con la mente siempre puesta de alguna manera en lo que nos esperaba a partir del 1 de septiembre.
Estamos ante un escenario muy complejo, es una realidad, pero ahora más que nunca es necesario trazar los planes que queremos poner en marcha desde el primer día que volvamos a encender el ordenador. Centrándonos en aquello que podemos controlar, y dejando de lado esos otros aspectos externos que se escapan de nuestras funciones y que esperemos sean lo más benevolentes posible.
Comienza un nuevo curso y millones de profesionales de cientos de sectores diferentes tenemos por delante más de 300 días en los que nuestra actividad laboral ocupará un espacio destacado. Planes de marketing, aperturas, nuevos lanzamientos, etc, miles de actividades empresariales o comerciales listas para continuar conquistando a los clientes de la nueva normalidad en un contexto de transformación digital que ha alcanzado cotas nunca vistas hasta ahora. Y así, una nueva oportunidad para que desde el sector asegurador volvamos a insistir en la necesidad disponer de un seguro para riesgos cibernéticos que dé tranquilidad a estos negocios, y les aseguren que el futuro de su actividad no está en juego en caso de que se produzca un incidente de esta naturaleza.
Aseguradoras y mediadores colaboramos estrechamente en el desarrollo del presente y el futuro del seguro dirigido a empresas y profesionales, y la ciberseguridad debe ser uno de sus pilares. Entre todos hemos conseguido que poco a poco aumente la sensibilidad del tejido empresarial español hacia esta necesidad aseguradora, pero en general podemos afirmar que se siguen asumiendo riesgos innecesarios. Muchos gestores y directivos siguen cayendo en el error de infravalorar este riesgo y pensar que ciertos siniestros nunca se darán en su negocio.
La información se ha convertido en el principal activo de la mayoría de las empresas, y una cultura de ciberseguridad corporativa debe incluir un análisis de identificación de activos, un análisis de riesgos y diseñar una estrategia para garantizar la seguridad de la organización. Personas, tecnología y servicios, conforman la estructura de ciberseguridad de cualquier compañía, y el primer paso es identificar cuáles son las principales vulnerabilidades y elementos que debe cubrir una empresa.
Es el momento para que desde el sector asegurador desarrollemos planes de sensibilización y prescripción sobre las soluciones y servicios que pueden ayudar al tejido empresarial español a completar su porfolio de pólizas. Empresas y profesionales “vuelven al cole” y la ciberseguridad debe formar parte del “plan de estudios” de este curso.